miércoles, 21 de septiembre de 2011

DANIEL ALBERTO GOLDBERG (DANIEL TOPO GÓMEZ)

"Tomaré este destino compartido.
Sabré tocarloy descubrirlo;
masticar y romper el olvido"
Paco Urondo (poeta, periodista, militante de Montoneros, asesinado el 17/06/76.)

Daniel nació el mismo día que desapareció. El 29 de abril de 1946, nació en La Plata y después la familia se mudó a capital. Cursó la primaria en una escuela hebrea bilingüe, aprendió idish, también inglés. Era un músico nato, porque tocaba cualquier instrumento sin saber leer una nota. Su hijo mayor heredò la misma habilidad. Hizo el secundario en el Mariano Moreno, luego ingresó a la UBA, a la carrera de Medicina, con unas notas muy altas, a tal punto que hacia el final de la carrera logró un sobresaliente en Cirugía, por lo que el jefe de Cirugía lo convocó para trabajar junto a él, como ayudante. En esa época ya estábamos casados.
Daniel era un ser querible. No existe quien lo haya conocido y dejara de quererlo. Se puede decir que fue un buen hijo, buen padre, buen marido.
Los dos éramos estudiantes de Medicina cuando empezamos a militar en la Juventud Peronista, en los años sesenta y pico. Yo venía de la izquierda. Juntos vivimos “La noche de los bastones largos” estando en la Facultad. Luego vino la dictadura de Lanusse, la “Masacre de Trelew” que marcó un hito en toda nuestra historia futura. Tiempo después nos pasamos a JAEN donde conocimos a Jauretche, Galimbertti, Norma Arrostito.
Durante el año 72 se habían organizado pequeñas protestas en los supermercados Mínimax, a raíz de la llegada de Rockefeller a la Argentina. En esa oportunidad yo estaba embarazada y participé en esas actividades. Llevaba en mi cartera una pelotita de ping pong e iba a ponerla en la puerta del supermercado a la hora del cierre, pero la pelotita estalló en mi cartera. Yo estaba en un estado avanzado de mi embarazo, por lo que todos vinieron a socorrerme y yo, lo único que querría era irme. La cartera quedó en ese lugar y lamentablemente mis documentos no se quemaron. En ese momento pasamos a la clandestinidad. Allanaron la casa de mis suegros, de mis padres, llegaron a la nuestra justo cuando ya nos habíamos ido. A pesar de lo que significaba esa situación, recuerdo que todo lo que emprendíamos, siempre lo hacíamos con una sensación de felicidad, aunque eran épocas difíciles.
Por aquel entonces nació Martín y todos nos decían que era el primer bebé clandestino. Fueron tiempos complicados, porque andábamos de casa en casa. El bebé, una noche dormía en un cajón, otra en una silla. Un día decidí dárselo a mis padres, porque lloraba constantemente. Tuvimos que esperar la subida de Cámpora para poder recuperar a nuestro hijo. Volvimos a estar legales, la pesadilla había terminado. El “se van y nunca volverán” que coreaba la gente fue sólo una ilusión, porque después cayeron con toda la perversidad.
En aquel entonces, Daniel empezó a militar en la zona sur, yo hacía las postas médicas.
Hacia el año 76 vivíamos en Quilmes, cerca de El triangulo, en una casa protegida, porque pocos compañeros sabían nuestra dirección. Recuerdo que solía venir Norma Arrostito, quien para el barrio era mi cuñada.
Llegó el mes de diciembre, una época muy dura, pesada, yo estaba embarazada de mi segundo hijo y me avisaron que Daniel estaba herido. Me llevaron donde estaba, si bien era algo leve, le propuse que nos fuéramos del país, porque las caídas eran una constante y había gente que se había ido. Él me contestó que la lucha había que darla desde adentro, no desde afuera. Yo le planteaba que fulano y fulano se habían ido. Él me contestó que era necesario preservar a los que se habían ido y que nosotros debíamos quedarnos acá. Nació nuestro segundo hijo en plena dictadura. Yo dejé de militar, aunque era sentir día a día la guadaña. Era muy angustiante pensar por dónde salir o dónde esconderse cuando llegaran los grupos de tarea.
Un 29 de abril de 1977, su cumpleaños, salió por la mañana a una cita. Me dijo:”Vuelvo temprano”. Era un viernes y yo le había preparado la mesa, los regalos… y no llegaba. Me empecé a preocupar. Pasó la noche, el sábado, el domingo. El lunes levanté la casa e hice una cita con mi viejo para entregarles a los chicos. Empecé a buscar a alguien que me diera información, porque no teníamos un contacto. Solía tomar un determinado micro para buscar una cara conocida. Pasaron varios días y repetí el mismo procedimiento hasta que vi a una chica renga que viajaba en el colectivo. Le pedí al chofer que se detuviera. La chica caminaba con dificultad, así que la alcancé rápidamente y hablé con ella. No sabía nada, pero quedó en averiguar, armó una cita. Por suerte la cita era real, ellos no sabían nada de la caída de Daniel, pero me ayudaron a levantar la casa.
Se suponía que Daniel Abia caído en una cita cantada, porque tres compañeros tampoco regresaron. Unos días después, el 5 de mayo salió publicado en el diario que habían detenido una célula y entre los detenidos figuraba él. Yo ignoraba si estaba muerto o detenido. Y bueno… me fui del país. Empecé mi militancia en el extranjero junto a un montón de gente. Estábamos vinculados con Organizaciones de Derechos Humanos, Amnisty.
Recuerdo que había aparecido una noticia en el diario con la información de que Alberto Daniel Goldberg había pasado a disposición del PEN, por lo tanto salía en libertad. Los que estaban en el país ubicaron a esa persona, pero era un error, no era Daniel. También corría el rumor, por aquella época, que iban a liberar a veinte personas que estaban en pésimas condiciones físicas. Ese rumor prendió chispas de esperanzas por un momento, pero ellos nunca regresaron.
En los años 1982, 1983 registré dos imágenes del país. Una de ellas, cuando la gente salió a repudiar a los militares, la otra, cuando salieron a vitorearlos por lo de Malvinas. Yo tenía información real de Malvinas y dije que “nunca más regresaría al país”, pero mi papá enfermó gravemente y volví…. Acá me reencontré con familiares. Declaré en la Conadep, hablé con la gente de Antropólogos quienes me conectaron con una persona que regresaba de España a buscar familiares. La charla con esta persona posibilitó el cierre (entre comillas) de mi historia. Este hombre me contó que vio cuando cayó Daniel en La Plata, en las calles 44 y 1, porque vivía cerca. Daniel había ido a una cita con alguien que había caído, lo estaban esperando. Logró tomar la pastilla de cianuro. Esto me da la tranquilidad de saber que no fue torturado.
Unos meses antes de la Asunción de Alfonsín comenzaron a remover las tumbas, luego frenaron esas exhumaciones, pero el decreto llegó tarde, porque Daniel fue a para a una fosa común.
Tengo la documentación que indica que fue enterrado como NN en el cementerio de La Plata, figura como intoxicado.
Hablar con esta persona que vino de España me ayudó a cerrar el círculo, aunque siempre te queda la incógnita.
Una vez al año voy al cementerio. Este año fue muy fuerte ver que nivelaron el piso que estaba roto, pusieron lajas. Son varias fosas. No sé si está en alguna de esas fosas, porque nunca se pudo recuperar el cuerpo. Yo intenté, con Antropólogos, pero es muy difícil, porque al ser fosa común está todo mezclado.
El Topo solía venir a casa con frió, cansado y se dedicaba a jugar con sus hijos, siempre con una sonrisa.
Yo me quería ir del país, aunque sabía que él no hubiera sido feliz en otro lugar. Tenía un compromiso militante muy fuerte el cual yo respeté
María Ester Elena (esposa)

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